Son
las 6 de la mañana cuando suena el despertador, entre que vamos al baño,
despertamos a Nicolás y demás se hacen las 7 de la mañana.
Bajamos
a desayunar y todo está cerrado, nos dicen que más adelante hay un bar que abre
más pronto, por lo que decidimos subir a por las bicicletas y el carrito y
salir en busca de ese bar. Cuando queremos bajar, han abierto el restaurante de
la esquina, así que decidimos desayunar ahí.
Cuando
desayunamos Nicolás y yo emprendemos camino.
Enseguida
pasamos por Cacabelos y Villafranca del Bierzo, donde compro un espejo para la
bicicleta.
Al
salir de Villafranca tomo el camino paralelo a la nacional, cuando hice el
camino hace dos años fui por la nacional, pero con el carro no me atrevo.
En
Trabadelo, tomamos un plátano y un acuarius y seguimos camino hacia Las
Herrerías de Valcarce.
Una
vez pasado Las Herrerías de Valcarce comienza la ascensión más dura que he
hecho nunca, la subida al puerto de OCebreiro.
A la
subida, ya dura de por si, se añade que llevo el carro y a Nicolás, en total
unos 40 kilos, el desarrollo que llevo es un plato de 34 dientes y un piñón de
50, comenzamos la subida y Nicolás se
hace un ovillito y se duerme.
Muy,
muy, muy despacio conseguimos llegar hasta arriba.
En
la ermita nos espera Cacalo, sellamos la credencial y vamos a comer.
Lo
hacemos en el mismo restaurante que comí yo hace dos años, cogemos algo de
fuerzas y decidimos seguir.
Nos
quedan dos pequeñas subidas, pero duras, y luego todo bajada hasta Samos.
En
el alto del Poio hacemos una parada, tomamos una cocacola y esperamos a que
llegue Cacalo.
Una
vez todos juntos tomamos la carretera y bajamos a gran velocidad, en un momento
nos desviamos a la derecha y cogemos los caminos para llegar a Samos.
Son unos
caminos difíciles, no muy técnicos pero con pequeñas complicaciones, que con el
carro se hacen más difíciles.
Cuando
llegamos a Samos, tenemos ya las mochilas preparadas en el Hostal Costa
Victoria, nos damos una buena ducha y descansamos un rato.
Salimos
a dar una vuelta y al lado del río nos sentamos en un banco, donde le hablo de
algo de historia de la transición
española a Cacalo.
Damos
un paseo hasta el monasterio de Samos y decidimos ir a cenar.
La
verdad es que es pronto pero nos hemos levantado a las 6 de la mañana y he
estado pedaleando durante todo el día, unas 6 horas.
Así
que pronto Nicolás y yo subimos a dormir, Cacalo decide quedarse un poco más
por el pueblo y subir más tarde a la habitación.
Dormimos
pronto, Nicolás cae rendido.
Se
está portando genial, no se ha quejado ni un segundo del traqueteo del carrito
y está siendo un pasajero y compañero de
viaje excepcional.
Mis
miedos iniciales se pasan y estoy muy contento de hacer este viaje.











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