Desde el año 2001 siempre hubo un loro en mi vida, de uno u otro tipo.
Los loros africanos, por su caracter sobrio y tranquilo, además de por su inteligencia siempre fueron los elegidos.
Mi primer loro fue un poicephalus senegalus senegalus, que se llamaba Tiko, era salvaje y me costó mucho adiestrarlo, por desgracia murió pronto de una psitacosis, que es una enfermedad típica de loros y bastante peligrosa pues se puede contagiar a humanos, pudiendo ser mortal.
Mientras que tenía a Tiko, llego Riki, que me lo regalaron, era un yaco cola roja capturado, tenía muchísimo miedo y era un loro que aunque había estado muy bien cuidado no dejaba de ser un loro capturado, y tenía el lógico pavor al humano que le había sacado de su hábitat natural.
Tras mucho sopesarlo y pensarlo, pensé que la mejor opcion era que el loro estuviese con una pareja, por lo que me dediqué a buscar a alguien que lo quisiera.
Al final encontré a una persona que le quería y que me lo cambiaba por un loro gris de cola roja papillero, es decir, criado a mano por humanos, y ya con una impronta diferente, que le hacía un loro dócil.
Mofly estuvo conmigo 10 años.
Por circunstancias tuvo que salir de casa la intención era que volviese en cuanto pudiesemos tenerlo de nuevo, pero por algo que no puedo contar aqui, desapareció.
Cuando Mofly se fue de casa, yo lo pasé mal.
Mofly era mi amigo, era un animal con el que llevaba 10 años, nunca he tenido un animal que haya tenido tanto tiempo, y dejó un vacío muy grande.
Pasaron los años y siempre estaba la idea de volver a tener un loro gris de cola roja, un yaco, en casa; pero no podía ser, asi que compré un poicephalus meyeri, que era muy parecido a mi primer lorito.
Zazú llegó siendo un pollito papillero pero muy asustado, los poicephalus son loros muy tímidos y aunque criados a papilla, son animales que necesitan un trato cuidadoso.
No tardando mucho Zazú llego a ser mi peluchito, con el que puedo hacer cualquier cosa, ella me deja (es una hembra).
En el año 2018 decidí aumentar la familia y compre un pollito de poicephalus senegalus mesotipus, otra hembra, pero solo me vivió unos meses, tuvo un accidente en el que una pata se le quedó atrapada en una cuerda de su jaula y se murió.
Volví a quedarme triste, pero siempre con ganas de loro.
Este año decidí que volvería a tener un yaco, pero no se daban las circunstancias para tener otro, hasta que un día recibí un mensaje de que un amigo tenía disponible un yaco gris de cola de vinagre a punto de ser destetado.
Hacía pocos días había muerto Babilonia, uno de mis perros, y comencé a pensar si comprar un perro o ese yaco que yo quería desde hace tiempo.
El cola de vinagre es algo más oscuro y pequeño que el cola roja, pero de caracter muy similar y de capacidad de habla también igual, por lo que al final me decidí.
El lorito llega mañana.